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domingo, 22 de noviembre de 2015

Autonomía: eólica y solar

La nueva cara del Quimura no se ha restringido a las manos de pintura sino que ha afectado a su equipamiento de autonomía energética. Por si alguien, de los pocos que seguro me leen, lo ha pasado por alto, mi barco disponía desde que lo adquirí de un cargador eólico (Rutland 503) y de una placa solar. La placa estaba situada en lo alto de la capota antirrociones y el eólico tenía un problema: No giraba para orientarse a la dirección del viento por lo que, solo cuando este venía en "buena" dirección, remitía algo de carga a las baterías. Evidentemente, ante la reestructuración que acometimos, la placa solar se había quedado sin lugar de emplazamiento y el deseo de ver mi cargador de viento trabajar en condiciones me llevó a enfrentarme con ese nuevo reto. 



El primer objetivo fue el eólico. Retirarlo de su emplazamiento fue ya todo un reto pues un tornillo se puso rebelde y solo logré mi objetivo cortando el tubo 


Luego la faena consistió en buscar el motivo por el que no era capaz de orientarse al viento. En cuanto le pude retirar el trozo de tubo, tras eliminar ese tornillo recalcitrante, vi la causa; parecía haber una soldadura que impedía todo movimiento. Lo limpie usando, como no, mi herramienta Dremel y tras una aplicación de aceite suave recuperó su capacidad de giro. Como comprobaréis por la foto de abajo apareció una falla que se había intentado reparar con la soldadura, aunque no entiendo por qué pues no era necesario al consistir en un problema casi estético.


El  siguiente paso fue comprobar si enviaba carga cuando giraban las hélices. Lo conecté a mi aparatito de medición de corriente y, lamentablemente, descubrí que no marcaba absolutamente nada. Evidentemente tocaba profundizar en el conocimiento de el aparato pero ya a niveles mas profundos. Como no estaba nada seguro de qué era lo que debía revisar, me puse en contacto con la empresa fabricante, Marlec, y les consulté el asunto recibiendo por correo electrónico unas hojas con la solución de averías frecuentes. Debo decir que entre esto y lo aprendido con Pepón osé atreverme a desmontar cableado y conexiones dando con dos errores. El mas importante es que las escobillas estaban mal, el otro es que el cable que llevaba la energía hasta el regulador estaba roto




Siguiendo las indicaciones del cuadernillo que me había enviado Marlec logré instalar correctamente las escobillas y luego soldé un nuevo cable como prolongación del roto. Cuando volví a probar si enviaba corriente mi alegría fue enorme al ver en el marcador cómo cuanto mas hacía girar las hélices mas mas marcaba el dial. Estaba orgulloso. Con el aparato recuperado le dediqué una buena sesión de limpieza y pintura de la veleta lo que dejó esa fase concluida.


Mi cabeza ya estaba pensando en diseñar un puente para la popa donde colocar desde el cargador de viento, pasando por el solar y todo tipo de antenas cuando mi maestro Pepón me ofreció una vez mas la solución mas económica y útil. Me dijo que instalase una plataforma en lo alto del tubo que había cortado para retirar el Rutland 503. Como me pareció una magnífica idea la puse en práctica de forma inmediata. Le llevé al herrero (técnico en hierro, jeje) el diseño creado por mi. 


El trabajo que me devolvió fue fantástico. Una suerte estar en contacto con este profesional con una increíble capacidad de adaptación a las necesidades del cliente y unas manos de lujo.


Las primeras pruebas fueron satisfactorias y dejé preparado el soporte del eólico taladrando el orificio donde entraba el tornillo que le sujetaba a la plataforma. 


Ya solo quedaba trabajar en el barco. Usé casi todas las horas de luz de un domingo y no logré finalizar la instalación.  Primer problema: La plataforma está diseñada con dos puntos laterales de anclaje de cable para fijarla al balcón de popa. El otro punto de fijación es un taladro que hay que hacer a través del tubo receptor y que sujeta el conjunto. Tras dejar la plataforma en lo alto del tubo intenté realizar el taladro pero con dificultades ya que la broca ya estaba algo gastada así que tuve que aplazar la tarea hasta comprar otra para conseguir abrir el boquete.


El siguiente problema fue que, al intentar fijar los cables, esos que se ven colgados de la plataforma, a sus tensores me di cuenta de que los grilletes que tenía eran demasiado pequeños e impedían una sujeción cómoda. Así que también tuve que aplazar ese trabajo hasta comprar dos nuevos grilletes acordes con los tensores. A pesar de los inconvenientes, no me amilané. Dediqué mi tiempo a la fijación del cargador eólico y de la placa solar.


Una vez bien atornillados los elementos me dediqué a la conexión de todo el cableado eléctrico. Teniendo en cuenta mi absoluta inutilidad en cuanto a esos temas, me concedí unos buenos minutos para comprender  sin ninguna duda como era el anterior circuito, que iba a retirar pues se veían puntas de cable negras de oxido y decidí colocar todo el cable nuevo. Así estaba el antiguo.


Antes de pasar el cableado por su sitio definitivo lo conecté directamente al regulador para probar si le llegaba corriente y por tanto a las baterías. Para mi sorpresa el medidor me dio lecturas de mas de trece voltios. Todo un éxito. Con esta prueba de funcionamiento, y motivo de ánimo, pasé todo el cableado por el interior de la plataforma, del tubo de sujeción, del orificio a través del espejo de popa y de los cofres de estribor. Ahora debía quitar la antena del GPS de su lugar actual y llevarla a su nueva ubicación. Y ahí me encontré con un nuevo problema. Recordaréis que se habían retirado todos los elementos de acastillaje y maniobra cuando se pintó la cubierta. Pues bien, debió ser al montarlos de nuevo que el cable de la antena quedo aprisionado y no había forma de moverlo. Usé de toda mi fuerza que no es que sea mucha pero fue suficiente para desgarrar la cubierta de plástico y romper la malla externa. Durante un momento tuve dudas y ganas de abandonar, pero me repuse y decidí cortar ese trozo de cable y volverlo a soldar a la cabeza de la antena. Y curiosamente fui capaz de hacerlo. No solo de hacerlo, sino que cuando lo volví a conectar para comprobar si mi remedio había sido eficaz, me volví a sorprender viendo que el GPS seguía dándome datos como si no hubiese pasado nada.


Tras resolver ese ultimo problema coloqué de nuevo la antena en su nueva ubicación y también introduje todo su cable por los mismos lugares que el del sistema autonomía energética. Y hasta ahí me alcanzo ese domingo de trabajo. Durante la semana siguiente compré los elementos que necesitaba y volví al domingo siguiente para acabar esa instalación.
Llevaba los grilletes nuevos, los espagueti termorretáctiles y dos brocas nuevas. Lo primero que acometí fue la instalación de los cables y tensores. En el balcón de popa coloqué las abrazaderas que servirían de anclaje para, a continuación, enganchar los tensores.



Pasé los cables buscando establecer la longitud adecuada aunque ampliando previamente la apretura de los tensores que me permitiera después disponer de espacio para ejercer presión.


Cortar ese cable tuvo también su aprendizaje. Mi cizalla, la que tengo en el Quimura, no es demasiado grande, poco mas que un alicate grande. En un primer intento, y a pesar de esfuerzos que me dejaban sin aliento, fui incapaz de lograrlo hasta que recordé el cuento del padre que enseñó un haz de ramitas a los hijos y les pidió que lo rompiesen. Ellos lo intentaron sin alcanzar la meta hasta que el padre, cogiendo una sola ramita, la partió y así siguió hasta que todo el haz acabó dividido. Era un cuento que hablaba sobre como la unidad convierte lo débil en casi invencible. Yo seguí el mismo camino y fui cortando de hilito en hilito con lo que no solamente acabé pronto sino que recordé una gran lección.
Cuando lo tuve cortado y tensado cubrí los extremos del cable con cinta aislante, roja para avisar de su presencia, quedando el conjunto con una presencia bastante profesional. Creo.


Al finalizar ese trabajo que impedía el giro de la plataforma, ataqué de nuevo el tema de taladrar el tubo. Debo decir que usando las dos nuevas brocas logré atravesar el tubo exterior y marcar levemente el de dentro pero solo de un lado y eso que le dediqué casi una hora de estar con el "guarrito" dejándome los riñones y agotando mi poca fuerza sin ver que la cosa avanzase. He tenido que dejarlo para otra ocasión aunque no he desistido. Volveré a comprar mas brocas y acabaré taladrando ese acero, aunque no creo importante comentarlo mas veces en este blog.

A continuación me dediqué al tema del cable de la antena de la emisora de radio. Otro penoso descubrimiento. Había descubierto en internet una página que describía con minuciosidad exquisita la forma de soldar dos cables coaxiales. Llevaba perfectamente estudiado el procedimiento y, como he mencionado antes, me había procurado todo el materia necesario. Lo que menos me imaginaba era que, al intentar cortar para sacar el cable central y la malla, descubriese que estaba todo podrido. Podrido absolutamente. La malla solo era polvo. Pero no en el extremo nada mas sino que me atreví a mirar el estado del cable en la parte central para ver que se hallaba igual de podrido que la punta. Eso me ayudó a tomar una nueva decisión: bajar la antena del palo e instalarla en la plataforma que acababa de fijar. Así que pudo aseguraros que habrá mas entradas donde siga hablando de los cambios que mi Quimura sufra en busca de su mejora. Espero no agotar vuestra paciencia de lectores. Este ha sido el resultado de mis esfuerzos.


3 comentarios:

  1. Ánimo Ángel, ya va quedando menos y aun te aguardan muchas lecciones que aprender.

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  2. Aunque me imagino (ese Rewind me da pistas) quien eres no lo tengo claro del todo, pero si estoy en lo cierto seguro que con esas lecciones tu vas a tener muchísimo que ver. Maestro.

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  3. Angel, desde luego no creo que tuvieras ningún problema en meterte con cualquier cosa (incluido el motor), a la vista está.

    Enhorabuena por los trabajos de bricolaje en el Quimura!.

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